En esta segunda etapa de mi vida, ya en esta ocasión como artista, tuve la suerte de contar con el apoyo de Luis Torres, uno de los mejores pasajistas contemporáneos de Cuba, durante años, producto de la amistad alcanzada entre ambos estuve pintando en su taller diariamente, el que se convirtió para mi en una gran escuela, en la que él me aportó mucho de su talento y experiencia, y por mi parte aporté el poder de concentración conque me entrego a todas las tareas, y además, ¿por qué no?, mi parte de testarudez, lo que trajo como resultado final, que a pesar de pintar uno al lado del otro, tengamos estilos totalmente diferentes.
Ahora bien, esta historia no tuvo un comienzo tan edulcorado como el que aparentemente parece ser, aunque lo dicho anteriormente se ajuste totalmente a la verdad, en realidad el inicio fue puramente mercantil, la idea inicial y primordial era comenzar un negocio para obtener una entrada económica extra que me era muy necesaria.
El tiempo y la magia con la que lo envuelve a uno el oficio de la pintura
No obstante, con el transcurso del tiempo y la magia con la que lo envuelve a uno el oficio de la pintura, esta parte económica al inicio tan importante, pasó de ser una prioridad a ocupar un segundo plano y perdió todo el sentido de ser el terminar rápido una pintura, por el darla por concluida cuando estuviera satisfecho con el resultado logrado, y esto último cada vez exigía más tiempo, pero ya el terminar rápido para comercializar el trabajo había dejado de ser lo importante para mi y esto de forma definitiva.
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