Quiero comenzar el presente artículo planteando que todo lo que expongo en él, parte de criterios, preferencias, gustos, y puntos de vistas muy personales , con lo que no niego los de otros pintores, que pueden ser tan válidos como los míos. Aclarado esto doy comienzo al mismo.
Lo primero, cuando decido pintar una marina, y esto es válido para cualquier otro tipo de paisaje, prefiero ser yo el que escoja el paisaje que motiva la obra. Incluso también, aunque no sea esto mi fuerte, prefiero ser el que tome la foto del mismo.

Debo sin embargo reconocer que en bastantes ocasiones esto no se ha cumplido, simplemente porque me he enamorado de la imagen en una fotografía que de mil maneras distintas cayó en mis manos.
¿Y por que planteo que prefiero ser yo el que descubra el paisaje y a su vez también el que tome la foto?
Lo primero está motivado al hecho de que de una primera impresión a golpe de vista de una imagen, surja el deseo de llevarla al lienzo, es algo muy inspirador… y aquí lo dejo para no dejarme arrastrar a una retórica empalagosa.
Respecto a lo segundo, no se trata de tomar una sola foto. En el caso de que sea uno mismo el fotógrafo, es requisito obligatorio tomar varias fotos desde distintas posiciones y ángulos, y en ocasiones, mucho más si se trata de una marina, lograr una panorámica para escoger la sección que más nos motive.

A la par de todo esto, es un requisito, el tomar instantáneas de los detalles de más interés que requieran un trabajo más laborioso para la obra en su conjunto.
Las dos motivaciones fundamentales que me impulsan a pintar una marina
Tengo dos premisas muy marcadas a la hora de hacer una marina.
La primera, que la motivación parta de una buena transparencia, cosa esta bastante difícil de encontrar, por tener que coincidir en la misma varios factores imprescindibles:
1. Un fondo marino que se destaque por su belleza
2. Estar este fondo lo suficientemente superficial para que tenga la iluminación correcta
3. Contar con un día muy despejado con un sol radiante.
4. Por último, encontrarse el mar muy en calma, solo con pequeñas ondulaciones.
Una vez lograda esta coincidencia de factores que nos permita obtener una imagen muy cercana a la ideal, es que se da comienzo a la parte más difícil, llevarla al lienzo y lograr una obra terminada al nivel en creatividad y realismo acorde con la imagen que la naturaleza nos entregó.
Y la segunda es la de un mar abierto en todo su dinamismo y esplendor, el que tiene que contar con un primer plano de costa que puede ser arenosa o rocosa, pero con mucha información y detalles, que le permita al artista lograr en la pintura una vez llevada al lienzo, algo que es imprescindible para una buena marina, un primer plano muy poderoso e incluso impactante.
Es importante también contar en un segundo plano a continuación de este, con un mar en cualquiera de sus posibles manifestaciones, el que incluso puede tener presente una ola que compita en protagonismo con el primer plano, y posterior a este último una línea de horizonte que de la sensación al observador de la obra de perderse en el infinito.
Algo que sí siempre trato de lograr es que el cielo con nubes o sin ellas en el último plano, no compita con los dos planos anteriores, no permitiendo que se destaque sobre ellos, a no ser que el tema principal de la obra sea un amanecer o atardecer, que en ese caso el cielo si puede tener un papel protagónico con el resto de la obra o estar al mismo nivel.
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